Dónde estabas entonces cuando tanto te necesité…
Después de mi penúltimo intento de cortarme las venas con una edición ilustrada de la Biblia, con filos de oro y comentada por su alteza o novísima o su puta madre el juanes ese de los cojones, he decidido que lo voy a dejar para mañana, como casi todo, mamá.
Sorda, más que sorda. Y encima de sorda puta (o era mi abuela). Y a quién coño le importa la genética más que a las tribus de meapilas bautismales.
«Quién me vende un poco de autenticidad«, porque al gusano rojo ya no se le levanta, y la sal ya no está tan picosa como debiera. La coca no es ni tan pura ni tan venenosa como dice mi marido ni como jura el caramelo, y la vida no es ni tan triste ni tan tan como cuentan.
Lo dicho: mañana nos vemos. Es un decir, porque mañana no también.