— ¿Qué hora es?— pregunto mientras clavo mi pupila azul en tu pupila
— La misma que ayer a esta hora— contestas mientras clavas tu triste ironía en mi negra conciencia.
— Y ¿Qué demonios hago aquí otra vez, a la misma hora, en el mismo sitio, con la misma nada?
— ¿Y tú me lo preguntas? La musa, por más que te digan, eres tú.
— Sí, ya pero…
— ¡Sí! ¡Ya! ¡Ajá! … Si hubiera o hubiese…
— Claro, pero no me hagas caso, lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo.