Ya sé que estoy en tu bookmark y que me tienes a buen recaudo y por orden alfabético, como debe ser (tú siempre tan metódica) en tu address book.
Fui entrando de a poquito en tu vida por la backdoor como un hacker que quisiera piratear tu Web Site, y entre los dos creamos este link que permanecerá para siempre en nuestro caché.
Cierto: pudiste hacer un update de tu firewall para conseguir un secure web site, pero, en verdad, nunca me consideraste como spam.
Poco a poco fui añadiendo cookies para acostumbrar a tu browser y cuando tuve que registrarme en aquel curioso form, ya tenía claro cual era tu user name y me fue fácil imaginar la password para llegar a lo más profundo de tu database.
A partir de ahí era llegar a tu homepage, pulsar el download button, y comenzar nuestro file transfer; elegir, como siempre, por si acaso, save as e ir almacenando datos en cualquier folder.
Cierto que tu anti-spyware junto con las costumbres sociales desconfiaban cuando me quedaba colgado en cada frame de tu template; entonces empleabas todas las herramientas de la toolbar (nadie conoce mis preferences mejor y sabes que soy autorun) para hacerme entrar en un loop sobre el mouse pad, acariciando cada punto estratégico de mi keyboard, susurrando mi nick, mientras íbamos de la inbox a la outbox, de back a forward sin ningún tipo de reproches ni FAQ’s, y me jurabas que jamás sería otro de tantos deleted items, que no sería un attachment más en tu guestbook.
Aún recuerdo cuando, la primera vez, me preguntaste si usaba un secure server (hay tanto public domain por ahí), si iba en plan wifi o conocía mis DNS, y te dije en un reply to all, que, a partir de nuestro primer chat había puesto el counter a cero, que me habías echo ping en lo más profundo de mi CPU, que es tanto como decir, como solía hacerse antiguamente, Te Amo.
