Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.
Dónde estarán los amigos de ayer… dónde estarán, a un lado de mi piel…
O acaso no recuerdas los primeros besos, por no decir el primero. Aún tengo el sabor y la sensación del último, sin mentiras, sin piedades, sin verdades, sólo con labios (com-partidos, mordidos)
Y aquel poema que regresa una y otra vez; aquella canción cuya melodía no puedes arrancarte de la memoria ni del olvido, ese estribillo que te viene a la mente, traicionero y salvador, el secuestrador de momentos peligrosos e inevitables, entre copas, entre sábanas.
La primera excusa, la primera mentira, la segunda, el primer te quiero y el último Te Amo, el vértigo y las ganas, el todo o nada; lo que me contaste aquella noche, la gota de vino resbalando por la copa mojando tu pantalón de lino blanco emborrachando tu piel y mis ganas.
Tu pelo, tus ojos, tu pasado, tu futuro y mi porvenir, nuestra vida con o sin. Si tiramos la moneda al aire, júrame que será siempre y nunca, que no te dará igual cara o cruz, que me besarás y me callarás y me calmarás y me amarás sólo hasta ese instante en que dejes de hacerlo y te maldiga y vuelva a proponer para el Nobel de la paz al señor inventor de las navajas afiladas.
Ubi sum? es, est, sumus, estis, sunt?
Dónde si no es ahora y ya…