besohumo

Llegaste a mi vida cuando menos lo esperaba. Se puede decir, sin que sea un dislate, que fuiste tremendamente inoportuna.

No voy a negar que te imaginé miles de veces, que te ponía cara, piel y olores; y hasta el tono de tu voz quise que fuera fiel a mis más íntimos deseos.

Había oído más de una vez eso de cuidado con lo que sueñas porque puede convertirse en realidad, pero la realidad casi siempre supera a la ficción, por más que uno se empeñe en creer lo contrario. Por eso nos gusta evadirnos de ella. Cada quién elige el método más acorde a sus desgracias o debilidades. Unos el arte, otros las drogas, algunos el amor, los más el matrimonio.

Fue aquella noche, en aquel antro. Yo encendía el penúltimo cigarrillo y tomaba la última copa. Volteé la cabeza y tú me mirabas fijamente a través de los vidrios distorsionados por el alcohol y el humo. Tus ojos dijeron algo, mi ceja respondió. Sonreímos.

Salimos tomados de la mano, pero tú insististe en tomarme por la cintura.

Siempre te dibujé, hasta en mis mejores pesadillas, como mujer. Siempre supe que me concederías un último deseo. El último cigarro, un vistazo a la luna, un olor a mar.

Te pregunté si allí, dónde fuera, se podía fumar y tú me sellaste los labios con un beso.