Ahora podrán pensar lo que quieran. Créeme cuando te digo que me importa tanto como casi nada.
¿Que te extraño? Claro. ¿Acaso lo dudabas? Pero ¿qué se han creído que soy? Ni tan raro ni especial. Ni me creo ni me quiero. Ni me acepto ni me rindo. Ni te niego ni te espero.
Pero espero que me entiendas en este breve lapso de tiempo, en lo que se tarda en decir Te quiero y por fin, y ya era hora o dónde demonios estuviste hasta hoy o no dejes de sorprenderme nunca, incluso gracias, incluso casi.
Sabes que me encanta que llegues hasta aquí, que juegues a explorar, con tu casco de espeleóloga, los abismos más oscuros de mi alma, de cada rincón casi humano con que me disfrazo, cada mañana. Que te hagas la antropóloga analizando cada huesito con afán académico, con intenciones para nada científicas.
No te voy a contar nada nuevo, porque todo está inventado y solo hay cinco vocales y veintitantas consonantes para combinar infinitas palabras que siempre me conducen a lo mismo, que se me reducen a una mirada. Mas sabes que cada noche imagino vidas paralelas y la cama se nos hace pequeña para contener tantas ganas.
Por eso, mientras siga teniendo fuerzas para derramar sangre, sudor y lágrimas (sangre para firmar, sudor para compartir y lágrimas para añorar) escribiré y escribiré y escribiré, y dejaré la ventana abierta para que entren el frío y tu fantasma, con la ilusión de, al taparme, seas tú la que me cobija.
Siempre tomamos las decisiones acertadas, incluso cuando nos equivocamos, así que lo mismo da escribir Te amo que Fin.