Miss Butterfly (o la fuga de la mariposa)

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Siempre fue, lo que se dice, una mente inquieta.

La vida, amén de lo buenos ratos, nos va prodigando a todos de palos sentimentales -la muerte de algún familiar, una buena amiga -, y ella no era una excepción.

Sin embargo, su separación aún le seguía pasando factura. Tal vez hubiera sido más fácil reconocer la verdad y asumirla: el amor sigue siendo inexplicable, de ahí su magia.

A veces pensamos que lo obvio no puede ser lo real. Negarse a creer, como la mayoría, fue su rutina.

Para alcanzar la sabiduría, encontrar las respuestas, comprender el por qué de las cosas -como esa sensación imborrable en el estómago cada vez que lo recordaba-, decidió continuar con sus prácticas de adolescencia. Mente inquieta, culo inquieto.

Lunes: Yoga y Spinning.
Martes: Meditación Trascendental y Pilates.
Miércoles: Shiatsu y Aerobic.
Jueves: Tai Chi y Hapkido.
Viernes: Flores de Bach y Natación.
Sábado: Depilación Láser Definitiva y Discoteca.
Domingo: Telebasura y plancha.

Era fantástico sentirse normal, una más, con sus dietas de quince días, sus orgasmos a dos manos, sus lágrimas a dos ojos, sus miserias a raudales.

Podía haber sido un día cualquiera, o de noche; podía no haber sido domingo sino parecerlo; podía, incluso, no haber hecho esa llamada. Cualquier cosa podía haber pasado, se dijo, cuando abrió la ventana.

De Vidas Prestadas


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