¿Cómo, de qué manera puede uno violar -y con qué clase de permiso- un papel, manosear un teclado o, tan sólo pretender enunciar un sentimiento reflejado que nos trae tantos recuerdos, o tantos momentos por saborear?

   ¿Dónde se adquieren los permisos, dónde se viven esas vidas -a quién es necesario matar o hacer nacer- que hacen que un simple, mortal y único ser humano sea capaz de transmitir, en un beso, con una canción, un poema o una mirada tanta trascendencia?

   No se te ocurra intentar responder a ninguna de estas preguntas que, amén de retóricas, no sirven de nada si no puedo experimentar cada unas de las respuestas tal y como tú, y nadie más que tú, las puede sentir. A no ser que…

   Pero pienso llevarme cada melodía, cada olor, cada supremo sabor de cada cosa, persona, objeto o animal que haya compartido este tiempo llamado, hasta la noche de hoy, vida. En mi otra vida, en la que me espera y tanto he buscado; en la que anhelo y por fin se acerca; en la que siempre me negué a creer por miedo al miedo.

   Ahí te veo, ahí te espero. No allí, aquí, donde siempre y a cada rato. Dónde nos conocimos y -a lo peor- decidiste dejar de querer conocerme. Aquí, allí, ahora, en este preciso instante en el que no voy a estar y, masperosinembargo, soy.

   ¿Sabes que es lo bueno de todo esto? Que, seguramente, no estarás de acuerdo conmigo; y menos mal. Porque eso, en el fondo (estás escuchando eso?¡) no me importa lo más mínimo que lo sientas, porque es mío. Esa parte de ti que compartiste, es mía, me forma, me reforma, me conforma. Y si no me reconoces, es que no te conoces.

   Tal vez creas que es una recriminación y no es más que un agradecimiento. Yo sé reconocer cada pieza de este puzzle que me hace -no obligatoriamente- ser como soy. Una eres tú. Una fuiste tú. Una serás tú. Ahora supe donde encontrar las otras esquinas para empezar a completar este rompecabezas hecho de corazones rotos e ilusiones perseguidas.

   ¿Lo más lindo? Que siempre, nunca, jamás terminaré de completarlo. Pero hay partes de mí viviendo por ahí.

   Yo voy a continuar. No sé hasta cuando. Pero nunca he olvidado que soy una pieza más, única e imprescindible para formar un todo. Ahí me juego la vida a doble o nada. Lo peor que pudiera pasar es lo mejor, si no me arriesgara.

   Y esta vez, voy a ser nadie.