A Gabo, en su 85 apioverde.
Muchos años después, frente a un folio en blanco y un
montón de perras negras alineadas cual pelotón de fusilamiento, Tito había de
recordar aquella mañana de Reyes, cuando despertó —tras un sueño inquieto, casi
eterno— y fue corriendo al salón para encontrarse, perfectamente parado sobre
el sofá y como con una sonrisa burlesca, con el regalo más extraño que
recibiría en toda su vida: un dinosaurio.
montón de perras negras alineadas cual pelotón de fusilamiento, Tito había de
recordar aquella mañana de Reyes, cuando despertó —tras un sueño inquieto, casi
eterno— y fue corriendo al salón para encontrarse, perfectamente parado sobre
el sofá y como con una sonrisa burlesca, con el regalo más extraño que
recibiría en toda su vida: un dinosaurio.
Ahora, por fin, lo comprendía. Antes de terminar la
última línea echó un vistazo, como siempre, hacia el sillón. El dinosaurio
seguía allí, y se sintió bien, prácticamente un Balzac.
última línea echó un vistazo, como siempre, hacia el sillón. El dinosaurio
seguía allí, y se sintió bien, prácticamente un Balzac.
© Carlos de la Fé
Publicado en Maldito Vicio. Granada, Editorial Nazarí, 2013.
Publicado en Antología del Microrrelato en Canaria».
Carlos de la Fé (Ed.). Las Palmas de Gran Canaria. Anroart Ediciones, 2010.
Publicado en Antología del Microrrelato en Canaria».
Carlos de la Fé (Ed.). Las Palmas de Gran Canaria. Anroart Ediciones, 2010.