Sostiene Pereira que la vida es algo parecido
—sostiene Pereira que la vida es algo, que ya es sostener, fiel a su carácter—
a deambular por El Chiado o por La Baixa o caminar sin rumbo por la Rua Augusta
hasta la Praça do Comercio, o sea, con destino al Tajo putrefacto que nos
prestan los Íberos.
—sostiene Pereira que la vida es algo, que ya es sostener, fiel a su carácter—
a deambular por El Chiado o por La Baixa o caminar sin rumbo por la Rua Augusta
hasta la Praça do Comercio, o sea, con destino al Tajo putrefacto que nos
prestan los Íberos.
Sostiene, sostiene y vuelve a sostener Pereira que
las calles empinadas son una metáfora del devenir de los días y, sobre todo, de
las noches lisboetas.
las calles empinadas son una metáfora del devenir de los días y, sobre todo, de
las noches lisboetas.
Sostiene Pereira que nunca se cruzó durante un
Invierno en Lisboa con ningún hombre que hubiera llegado a otra ciudad «para
matar a un hombre a quien no había visto nunca» ni de lejos, aunque tal vez,
conociéndolo, conociendo el carácter que ese otro hombre que se hizo pasar por
su creador, un tal Antonio, quizá, sostiene, estuviera inmerso en un café con
leche y un periódico en su cafetería habitual.
Invierno en Lisboa con ningún hombre que hubiera llegado a otra ciudad «para
matar a un hombre a quien no había visto nunca» ni de lejos, aunque tal vez,
conociéndolo, conociendo el carácter que ese otro hombre que se hizo pasar por
su creador, un tal Antonio, quizá, sostiene, estuviera inmerso en un café con
leche y un periódico en su cafetería habitual.
Sostiene Pereira que se habla demasiado, que se
escribe demasiado más y que lo hace cualquiera y que, por eso, él ni escribe ni
habla y se dedica a vivir sin meterse con nadie y que no entiende tanto revuelo
sobre sus opiniones que suele compartir con muy pocas personas por lo que no
entiende cómo se habrán enterado de lo que piensa y no comenta y no escribe y,
sostiene Pereira, jamás podrá leer un párrafo con tantas y.
escribe demasiado más y que lo hace cualquiera y que, por eso, él ni escribe ni
habla y se dedica a vivir sin meterse con nadie y que no entiende tanto revuelo
sobre sus opiniones que suele compartir con muy pocas personas por lo que no
entiende cómo se habrán enterado de lo que piensa y no comenta y no escribe y,
sostiene Pereira, jamás podrá leer un párrafo con tantas y.
Sostiene Pereira, a pesar de todo, que una vez le
dio un ictus literario, lo que, sostiene Pereira, se suele llamar un arrebato
poético, un secuestro de las musas. En aquella ocasión, es cierto, sostiene
Pereira que no lo va a negar, escribió —digamos que garabateó, emborronó—
algunas páginas que dejaron de ser, estar y parecer inmaculadas para formar
algo que —sostiene Pereira pero sin demasiada convicción esta vez, por
humildad— podría llamarse novela o historia; acaso literatura.
dio un ictus literario, lo que, sostiene Pereira, se suele llamar un arrebato
poético, un secuestro de las musas. En aquella ocasión, es cierto, sostiene
Pereira que no lo va a negar, escribió —digamos que garabateó, emborronó—
algunas páginas que dejaron de ser, estar y parecer inmaculadas para formar
algo que —sostiene Pereira pero sin demasiada convicción esta vez, por
humildad— podría llamarse novela o historia; acaso literatura.
Sostiene que sostenía una estilográfica en su mano
y, sin saber todavía hoy por qué, se sorprendió viendo como su mano de
deslizaba, como si no fuera la primera vez que lo hacía, por el papel y cómo
emergían palabras —sostiene Pereira que emergían es el término exacto ya que—
coincidiendo casi exactamente con su pensamiento. Es más, sostiene Pereira, no
sólo acordes a sus ideas sino a sus sentimientos.
y, sin saber todavía hoy por qué, se sorprendió viendo como su mano de
deslizaba, como si no fuera la primera vez que lo hacía, por el papel y cómo
emergían palabras —sostiene Pereira que emergían es el término exacto ya que—
coincidiendo casi exactamente con su pensamiento. Es más, sostiene Pereira, no
sólo acordes a sus ideas sino a sus sentimientos.
Sostiene Pereira que el primer nombre que se le
vino a la cabeza para llamar a su personaje no fue el de Antonio, pero que en
honor al patrón le pareció apropiado. Sostiene Pereira que fue Jorge pues, tal
y como hacía semanalmente, había ido a contemplar los tejados de su ciudad
desde el Castelo.
vino a la cabeza para llamar a su personaje no fue el de Antonio, pero que en
honor al patrón le pareció apropiado. Sostiene Pereira que fue Jorge pues, tal
y como hacía semanalmente, había ido a contemplar los tejados de su ciudad
desde el Castelo.
Sostiene Pereira que pensó que ese hombre podría
haber nacido en Italia y que, sin embargo, estuviera tan enamorado como él de
su ciudad.
haber nacido en Italia y que, sin embargo, estuviera tan enamorado como él de
su ciudad.
Sostiene Pereira que tampoco él es capaz de
explicar con palabras el motivo exacto por el que nadie o cualquiera pueda
quedarse prendado para siempre por ese lugar.
explicar con palabras el motivo exacto por el que nadie o cualquiera pueda
quedarse prendado para siempre por ese lugar.
Sostiene Pereira, por eso mismo, que las cosas que
necesitan explicarse no deberían explicarse y que las cosas que no necesitan
explicación dejan de necesitarla justo antes de empezar a hacerlo.
necesitan explicarse no deberían explicarse y que las cosas que no necesitan
explicación dejan de necesitarla justo antes de empezar a hacerlo.
Sostiene Pereira que no puede explicar el párrafo
anterior, lo que, —sostiene— viene a darle la razón aunque —sostiene— no sabe
muy bien por qué y —sostiene Pereira— tampoco es que le importe demasiado,
incluso nada, sostiene.
anterior, lo que, —sostiene— viene a darle la razón aunque —sostiene— no sabe
muy bien por qué y —sostiene Pereira— tampoco es que le importe demasiado,
incluso nada, sostiene.
Sostiene Pereira que Lisboa (sos)tiene tranvía.
Sostiene que, tal vez, las ciudades con tranvía tenga un cierto encanto del que
carecen las otras grandes urbes. Sostiene Pereira que, precisamente, no hay
ninguna gran ciudad que aún posea tranvía. Lo sostiene pero no podría
asegurarlo porque, en verdad, no lo sabe y, aún así, lo sostiene.
Sostiene que, tal vez, las ciudades con tranvía tenga un cierto encanto del que
carecen las otras grandes urbes. Sostiene Pereira que, precisamente, no hay
ninguna gran ciudad que aún posea tranvía. Lo sostiene pero no podría
asegurarlo porque, en verdad, no lo sabe y, aún así, lo sostiene.
Sostiene Pereira que también se inventó el apellido
igual que hizo con el nombre.
igual que hizo con el nombre.
Sostiene Pereira que el primero que se le vino a la
cabeza fue Maldini pero que lo desechó de inmediato para que nadie lo fuera a
relacionar con Carlos de la Fé —sostiene Pereira que, a pesar de los rumores,
no son la misma persona, ni siquiera heterónimos, lo que sería un homenaje
claro y merecido a su admirado Pessoa—, y que el segundo fue Tabucchi. Sostiene
Pereira que le gustaba más el primero pero la mezcla, Antonio Tabucchi, tampoco
quedaba tan mal.
cabeza fue Maldini pero que lo desechó de inmediato para que nadie lo fuera a
relacionar con Carlos de la Fé —sostiene Pereira que, a pesar de los rumores,
no son la misma persona, ni siquiera heterónimos, lo que sería un homenaje
claro y merecido a su admirado Pessoa—, y que el segundo fue Tabucchi. Sostiene
Pereira que le gustaba más el primero pero la mezcla, Antonio Tabucchi, tampoco
quedaba tan mal.
Sostiene Pereira, en definitiva, que Antonio
Tabucchi fue un personaje que se inventó una tarde de esas extrañas,
indescriptibles en las que Lisboa parece querer echarte de su lado y, sin
embargo, te engancha.
Tabucchi fue un personaje que se inventó una tarde de esas extrañas,
indescriptibles en las que Lisboa parece querer echarte de su lado y, sin
embargo, te engancha.
Sostiene Pereira que si decidió optar finalmente por
el papel de personaje de novela fue porque, bien mirado, todo el mundo lo es,
lo que pasa es que él se hizo consciente gracias a las palabras inventadas o
reales, verdaderas o falsas, acertadas o inoportunas que se pueden leer en los
libros.
el papel de personaje de novela fue porque, bien mirado, todo el mundo lo es,
lo que pasa es que él se hizo consciente gracias a las palabras inventadas o
reales, verdaderas o falsas, acertadas o inoportunas que se pueden leer en los
libros.
Sostiene Pereira que la inmortalidad es una maldición que jamás
persiguió. Sostiene que prefirió quedarse entre las páginas y que su personaje
fuera añorado, admirado, envidiado mientras él podía seguir deambulando de aquí
para allá, sostiene, Pereira.
persiguió. Sostiene que prefirió quedarse entre las páginas y que su personaje
fuera añorado, admirado, envidiado mientras él podía seguir deambulando de aquí
para allá, sostiene, Pereira.