cuento1.
(Del lat. compŭtus, cuenta).
1. m.
Relato, generalmente indiscreto, de un suceso.
RAE 🙁
Poeta: no regales tu libro,
 destrúyelo tú mismo.
Eduardo Torres
   Me sorprendo caminando de un lado a otro de la casa, con un cigarro en
la mano (artículo no financiado por las Autoridades Sanitarias) y supongo que
estoy pensando, pensando en escribir, y recuerdo la parafernalia que montaba
Hemingway cuando se ponía delante de su máquina, sobre la famosa alfombra de
piel de —¿elefante?— tigre o león o whatever,
todos quieren ser los campeones.
   El autor que habló de su famosa técnica del iceberg era un maestro del relato,
y a este género está dedicada la XXXI Feria del Libro de
Granada
. Bajo esta premisa, en vísperas del Día Internacional del Libro,
tuvo lugar la primera Mesa de Autores titulada
“Contar en Granada”, presentada por el narrador Jesús Ortega y
formada por Guillermo Busutil, Andrés Neuman y Miguel Ángel Zapata
organizada por el Centro Andaluz de las Letras.
La fecha coincidía con el cumpleaños de Ana María Shua y, teniendo en cuenta quiénes
eran los tertulianos esperaba que se nombrara, aunque fuera de pasada, al
microrrelato, cosa que no sucedió porque el tiempo de la tertulia estaba
limitado. Igual que antes con el cuento frente a la novela a la minificción le
toca ahora el papel de hermano pobre y pequeño, no sólo en extensión.

   No creo que ninguno de estos fuera el motivo —el cumpleaños de Ani ni el
tamaño— pero, finalmente, no se pudo contar con la presencia de Zapata, algo
más que una micro-ausencia en un debate que, como casi todos en esta Feria,
resultó ameno a la par que instructivo siendo fieles a la máxima latina de
Docere
et delectare.
   Precisamente otro tema de debate clásico—el de la novela frente al
cuento— fue uno de los temas que se plantearon, tanto desde el punto de vista
editorial como el porqué el relato ha tenido mayor auge en Hispanoamérica. Se
destacó la labor de editoriales españolas que están apostando por él, como Thule, Menoscuarto, Páginas de Espuma o Cuadernos del Vigía y se vaticinó sobre la
posibilidad de que las grandes editoriales (por ventas, no por calidad)
empezaran a incluir en sus catálogos libros de relatos ya que por la situación
financiera actual las ventas estaban disminuyendo y, tal vez, se arriesgaran a
publicar más literatura de calidad (ergo cuentos, en mi opinión) frente a betsélers destinados al mercado
navideño. «Es más fácil publicar una mala novela que un mal libro de cuentos»,
afirmaba Neuman, lo que llevó a la Mesa a pensar que quien lee relatos está
acostumbrado a la calidad literaria, que es un público más cómplice, justo el
tipo de personas que el cuento necesita para cerrar el círculo de la
comunicación. Busutil contó una anécdota sobre el libro de un amigo cuya
editorial le dijo que no iban a publicarlo porque era demasiado “literario”
(sic).
   Sobre las ventas Neuman cree que «ahora son menos importantes que nunca.
La relación ventas-cuentos precisamente ahora que nadie vende nada —dicho en
términos simplistas— la diferencia de ventas entre novelas y cuentos me parece menos
trascendente. Creo que si hay un momento en que un editor se puede dar el lujo
de perder dinero como quiera es este».
   Entonces nos surge una duda y los cuentistas vemos una luz al fondo del
túnel construido de mamotretos de cienes
y cienes de páginas: ¿Propiciará la
archi-dichosa crisis la proliferación de ediciones de libros de relatos? Busutil
nos da una de cal y otra de arena cuando nos informa de que «este mes de
febrero, con motivo del fallo del premio Biblioteca Breve de Seix Barral hubo
una reunión de todas las editoriales nacionales importantes y se ha llegado a
un acuerdo… donde se ha pactado reducir el número de tirada y han bajado
muchísimo los anticipos», mucho más para quienes se dedican al cuento, «con lo
cual ahora es el momento de las editoriales pequeñas y medianas, aquellas que
no tienen que pagar anticipos, que no tienen que pagar derechos de
publicación». Como director de la revista Mercurio tiene acceso a las cifras de
venta reales y, para asombro de la mayoría, nos dice que la media está en torno
a los quinientos ejemplares.
   Inevitable recordar el ensayo, o cuento, o micro o poema en prosa de
Monterroso titulado Cómo me deshice de
quinientos libros
cuyo epígrafe incluimos como cita al principio de esta
crónica, ensayo, cuento o lo que sea. No es la primera vez que alguien decide
comprar la tirada completa de su libro como mecanismo infalible para su
destrucción, envueltos para regalo de cumpleaños de amigos, conocidos, parientes
y demás bichos. El otro epígrafe, la definición ortodoxa de cuento también alude indirectamente a
Tito porque fue formulada por los Dinosaurios
de la RAE. Contaba el propio autor que cuando su editor leyó por primera vez el
clásico microrrelato y le preguntó con más miedo que vergüenza si “eso” era un
cuento, Monterroso contestó que, evidentemente no, que era una novela, y de
nuevo estamos ante la dicotomía de los tamaños y de la ilusión de calidad en
base a la extensión.
   Para cuándo la novela «es el sambenito», comentaba Busutil, la pregunta fatídica e inevitable
que siempre deben escuchar quienes, como él, cultivan el género del cuento. A
continuación Jesús Ortega preguntaba si estaban de acuerdo con que «vivimos una
edad de oro del cuento español» y también hizo una importante aclaración: «Es
la primera vez que un libro de cuentos recibe
el Premio
Andalucía de la Crítica» en referencia a Vidas
Prometidas
de Guillermo Busutil.
   Con
respecto a la crítica Neuman cree que «ahí está el mayor problema, no en la
crítica en sí, ¿eh? Ojo, no estoy diciendo que la crítica sea un problema, al
contrario, creo que la crítica es más necesaria que nunca, porque la compulsión
de la cantidad, la sobreproducción de todo lo que nos rodea, precisamente
requiere de una multiplicación de esfuerzos a la hora de discriminar la
calidad, la discriminación cualitativa me parece urgente en un mundo donde se
abusa de la cantidad. Entonces no lo digo en ese sentido sino en cuanto que el
perfil de crítico, al menos en España, es muy refractario al cuento o muy poco
experto en el cuento; hay excelentes críticos de novela, excelentes críticos de
poesía y excelentes críticos de teatro… pero el libro de cuentos lo reseña
cualquiera. Cuando digo cualquiera me refiero al que le pille»
   Sin embargo apunta hacia otros medios menos
tradicionales cuando  se queja de esa
ausencia de crítica especializada
sobre el cuento en las revistas literarias
y en los suplementos culturales de los periódicos: Internet y los blogs. Como miembro
activo de la comunidad internauta a través de sus Microrréplicas, Neuman sabe que «los
blogs han hecho, están haciendo y supongo que harán, una gran labor» y menciona
uno que «todos tenemos en la cabeza», El síndrome Chejov de Miguel Ángel
Muñoz, también cuentista «que se hizo conocido primero como bloguero». Este
blog, pionero en la red y dedicado en exclusiva al cuento, ha dado a conocer a
muchas personas que se dedican a escribir relatos a la vez que supone una
importante referencia imprescindible para quien quiera acercarse a este género.
En definitiva, «los blogs como caja de resonancia importantísima, como modo precisamente
de romper la situación de aislamiento, de soledad, de los géneros llamados
menores, mejor dicho, minoritarios que ya no lo son» gracias a blogs como el
mencionado.
© Carlos de la Fé