Te llevo en mis cantares como un río

  Las fechas, las horas, los almanaques y todos los endiablados
inventos creados para medir el tiempo me parecen nomás que vanidades y excusas
para combatir el miedo ancestral a la muerte. Desde el punto de vista positivo
podemos creer que son artefactos ingeniados para medir la felicidad. Lo
paradójico es que sirvan para mirar por ambos lados del espejo y señalarnos el
camino de la cuna a la tumba.

Cortázar

   Somos —soy— “fechitista”,
como dice mi tocayo, poeta y amigo Carlos López Beltrán. Tal día como hoy, pero
de hace 30 años a Julio Cortázar le dio por meterse debajo de ese mantel sobre
la mesa que es la realidad para ver qué había del otro lado. Quiero suponer que
habrá comprobado su teoría de que el lado de acá no es sino el reverso perverso
de la fantasía.

   De fecha en fecha acabo de conocer otra triste noticia: el
fallecimiento de Santiago Feliú, cantautor de la Novísima Trova Cubana.
Inmediatamente recuerdo con mi proverbial falta de memoria la primera vez que
vi a Silvio en concierto, el 14 de octubre de 1985. Fue a Las Palmas a
presentar su nuevo disco “Causas y Azares
con Afrocuba. Lo acompañaba un tipo joven (ahora sé que tenía apenas 23 años),
pelúo y bastante feo, cosa que no le impedía cantar y tocar la guitarra como
nunca había visto ni oído. En esa época mi disco duro debía de estar aún vació
(ahora solo está saturado) y me aprendí el disco entero de Silvio y todas las
canciones de Santiago. Al día siguiente, en el Insti, las pasé a limpio tal y
como las recordaba y, curiosamente, solo me comí algunos versos. Desde entonces
forman parte de mi —vamos a llamarla— educación sentimental.


Santiago Feliu

   Margullando en la red en busca de información de última hora
sobre la repentina (cuándo no) partida de “Santy”, recabo
en el blog de Silvio, Segunda Cita, donde cuenta cómo se enteró. Siguiendo por
el blog me topo con un artículo donde el Aprendiz de Brujo cuenta anécdotas
sobre Yeyé, Haydé Santamaría, la directora de la Casa de las Américas que en
1968 abrió sus puertas a la Nueva Trova y, por otra parte, como dato para
silviófilos, hermana de Abel, en quien Silvio se inspirara para la famosa
“Canción del Elegido”. En fin, pueden leer el artículo completo en “Apuntes
para una canción a Yeyé
”.

Silvio Rodriguez Pablo Milanes Noel Nicola

   Al final de esa entrada Silvio dice:
  «La última vez que Julio Cortázar estuvo en Cuba, desayunamos
juntos. Habíamos coincidido en algún evento, pero buscando intercambiar otras
palabras quedamos en vernos un domingo temprano, en el Hotel Riviera. Yendo
para la cita, Haydeé ―que también estaría en el desayuno―, me iba explicando la
situación: Cortázar tenía una nueva compañera, a la que quería mostrar La
Habana. Para que pudiera moverse con comodidad durante su visita, inicialmente
se le había brindado un vehículo con chofer, pero Julio, cronopio por
antonomasia y enemigo de resultar el más mínimo estorbo, había declinado el
carro y a cambio había pedido un par de bicicletas, para recorrer la ciudad.

   ―Así que, Silvio, en algún momento del desayuno tú tienes que
decir que no tienes cómo ir a tus actividades y que necesitas una bicicleta ―me
iba instruyendo la heroína del Moncada, mientras conducía por el Malecón.

   ―Y ¿eso para qué, Yeyé?

  ―Para ver qué dice Julio, chico ―y me miraba con los ojitos
brillantes.

  Torpe como soy, me pasé aquel desayuno desaprovechando los
“pies” que Yeyé me ponía en las narices, retrasando el momento acordado. Yo me
sentía en conflicto, porque por una parte me daba pena la candidez de Julio y
por otra no quería defraudar a mi cómplice, dejando de hacer mi papel. Para no
hacer más largo el cuento: cuando por fin logré decir que necesitaba una
bicicleta, Julio reaccionó con su bondad proverbial, diciendo que casualmente
él tenía dos y que con gusto me prestaba una. Aquel momento fue la eclosión de
la mañana: la carcajada de Yeyé, mi cara de tomate y el rostro primero
desconcertado de Cortázar, tratando de llegar al entendimiento, hasta que por
fin arqueó las cejas y empezó a menear la cabeza, escuchando decir a nuestra
amiga:

  ―¡Oye eso, Julio! ¡Con la escasez de bicicletas que tenemos…!»
   Para terminar con el “fechitismo
de hoy, resulta que en un par de hora me voy a cantarle el “Apio Verde Tu Yú”, como decía Julio, a
un enano de apenas cuatro años, y así cerraremos el círculo y volveremos a él
mañana.

Clara Campoamor

  También hoy se conmemora el 126 aniversario del nacimiento de
Clara Campoamor a la que tanto se echa de menos en estos tiempos medievales en
los que el fascismo impera a sus anchas por la pinche madre patria. Casi 80
años antes nacía otro “Charly”, Darwin, al que Clara antes y el número del
Monasterio de Justicia Española ahora vienen a dar la razón de que el hombre
proviene del mono, y la mujer es la única que evolucionó de verdad hasta
convertirse en ser humano.

   Mientras, hoy, ahora y mañana también, la novela me seguirá
mirando con las hojas reviradas esperando ser ultimada de una dichosa vez, como
la vida misma… “ay, la vida son unos
pocos días prestados por el tiempo”.