Ahora voy y me entero de que hay por ahí una campaña llamada #GolondrinasalaRAE que consiste en consultar a la RAE (dos veces al año coincidiendo con los equinoccios de primavera y otoño) sobre temas gramaticales referentes a las definiciones sobre las mujeres y el uso o no del lenguaje inclusivo.
A todas luces esta es una iniciativa que debe contar con cuantiosos fondos del lobby feminista —sí, de esas que cobran un sueldo pagado por la izquierda, la ONU y demás organismos marxistas donde los haya—, ya que su promotora es Especialista en Igualdad y, además, se suman otras asociaciones del contubernio ginecomasónico que pretenden no solo controlar el mundo sino —es el colmo— intentar que cambie.
Atacar vilmente a una institución que me atrevo a calificar de sagrada ya que sus integrantes se hacen llamar «inmortales», es una afrenta que todo hijo de buena familia debe censurar ad hoc.
Ese grupo de histéricas (me han dicho que hay hasta hombres que piensan así pero, estarán conmigo en que esos, de hombres, tienen poco, no como usted y como yo, claro) es el mismo de siempre, el que aboga por la paridad en las listas electorales, por la equidad en la cultura (como Clásicas y Modernas), por permisos iguales por maternidad y paternidad (como la PPINA), por la igualdad en la sociedad ignorando que Dios (ese ser de ficción) hizo a la mujer de la costilla de Adán y no viceversa, que por algo habrá sido.
Desde aquí hago un llamamiento a que el próximo día 22 de abril nadie haga caso de esta campaña. Que a nadie se le ocurra usar el hashtag #GolondrinasalaRAE para preguntar a la Academia en Twitter (@RAEinforma y #RAEconsultas) ni en Facebook.
Hagamos un frente común y salvemos a nuestros héroes como Pérez-Revenido. ¿Acaso hay alguien que al leer el título de su último (ojalá) libro, Hombres buenos, piensa por un instante que no se está refiriendo al conjunto de la humanidad?