Pero no le escribo por eso,
esta carta se la envío a causa de los conejitos,
me parece justo enterarla; y porque me gusta escribir cartas,
y tal vez porque llueve.
Carta a una señorita en París. Julio Cortázar.
Ustedes me van a perdonar (ustedes que estudiaron en colegios de pago, de curas y mo(n)jas como dios manda), pero yo, probe infeliz que no sabe hacer ni la O con un canuto, básicamente porque nunca ha sabido a qué se refieren con lo del canuto, yo, repítome tengo la tendencia y el nefando vicio de leer. He llegado, incluso, a grados extremos de abominación llegando, incluso re-repítome, a escribir. Para muestra, un botón y este texto.
Quiero aprovechar la ocasión que me brindan para saludar a mi santa madre y comunicar que, por si no lo sabían —en México seguro que no pues en el último año sólo el 27% ha leído un libro— que el dios de los dioses ha ganado el premio Nobel de literatura. ¿Borges? ¿Onetti? ¿Cortázar? ¿Benedetti? ¿Lezama? No, para nada, un escritor de verdad, y, para más inri, un sudaca de mierda reconvertido a español de mierda: Vargas (Varguitas) guión Llosa.
Tenemos la suerte, queridos y queridas sudacas y españoles de mierda, de contar con otro (como si fuera comparable con Gabo, quién le debe un madrazo) ilustre escritor con lustre en la lista de esa casa sueca, país reconocido por eso y sus mujeres en los años 70 en Canarias.
Además, por si esto fuera poco, el i-lustre es también miembro de la RAE. La RAE, para quien no lo sepa, es un edificio que está detrás del museo del Prado y pare usted de contar. Un organismo (hay quien dice que vivo, hay quien dice que pluricelular) que fija, aunque no se fije, pule, aunque no pulule y da esplendor aunque sus declaraciones iluminen tan sólo a sus i-lustres académicos. Por cierto, ya hay 7 mujeres. Incluso alguna —creo— por escribir.
Como las cosas sigan así, en una de estas, voy a estar considerado para ocupar uno de sus sillones, más que sea el de alguna letra minúscula; más que sea el de los puntos suspensivos…
Seguro que saben que la literatura es lo menos parecido a la vida que existe. Seguro que saben que la vida es lo menos parecido a eso que se han empeñado en hacernos creer que es la vida.
Por eso, me parece altamente risible que un miembro de la RAE, auspiciado por el mayor ignorante de la historia de la literatura (o sea, Arturito, m’hijo, Pérez guión Reverte) se decida, un día cualquiera, a hacer apología de la sensatez y de la igualdad desde uno de sus artículos.
Estoy convencido, porque lo sigo desde hace años, como única excusa —la única desde hace años también, aparte del artículo de Manuel Vicent— para comprar El País, que sabe escribir. Pero igual me costará años y ojos rojos y maldiciones convencerme de que Javier Marías es un escritor.
Este señor dizque escritor argumenta en su artículo del 12/12/2010 del citado diario que es absurdo achacar a la RAE olvidos tan inaceptables como el de mujeres de la talla de María Moliner, Emilia Pardo Bazán, Rosalía de Castro, Rosa Chacel, Carmen Laforet o Carmen Martín Gaite (quien tuvo la luces necesarias para renegar). Si ustedes han leído a estar mujeres coincidirán conmigo en que todas, incluso la última merecen de sobra pertenecer al orfanato literario de la RAE. Igual que cita a varones notables (¿escribirán con la po…?) como Ferlosio, Marsé, Mendoza o Savater (sí, pone a Savater al lado de estos escritores) como negacionistas del discutible honor de pertenecer al rancio club al que él pertenece.
Tal vez esté exagerando porque, como sabemos, la RAE no es un organismo al que podamos acusar de machista, ¿verdad?
Y ustedes se preguntarán a qué viene todo esto. Yo también. Al menos ya coincidimos en algo, no como cuando lees un libro de Marías y piensas que es una mala traducción del pakistaní.
Pues verán: hace unos años —como quince, tantos como tiene mi amor y el de otro ilustre escritor: Sánchez Dragó— no pude contener mi vicio y escribí un cuento en el que uno de sus protagonistas se quejaba amargamente de por qué le habían concedido el Nobel a VG y no a Borges o a Monterroso. Comprenderán mi miedo al reconocerme como pitoniso, tanto que estoy por no volver a escribir nunca nada más. Pero entonces pienso que si Vargas Llosa y Javier Marías no sólo (perdón RAE, es que yo no acostumbro a comerme las tildes y seguir siendo un machista de mierda) escriben y viven de ello, tal vez algún día los próceres de la tan ilustre academia tenga a bien nominarme para vivir del cuento como me gusta.
Ese día tan anhelado prometo transcribir nuestras charlas de pasillo, mientras discutimos que hija de perra sea sinónimo de puta y que mujeriego un señor que se las lleva de calle y ahí mismo se las cogen, para que gocen (de una mujer, claro, como dice la RAE) del diálogo de besugos entre V-LL, JM y un servidor, si habláramos como escribimos. Ah, y de AP-R dando por culo, sólo por joder, claro, y por incluir alguna palabra malsonante más en este texto, según su estilo.