Llevaban años oyendo la típica excusa de «ahora vuelvo, voy a por mi sombra». Lo oían llegar a las tantas, tropezando por el pasillo como un niño perdido y vomitar como el adulto que nunca quiso ser.
Despertó con la resaca por montera, se puso las mallas, encendió la cafetera, se tomó un Alka-Seltzer y leyó la nota sujeta con un imán en la puerta de la nevera:
Cari, ponle Terramicina a bigotes en la patita.
P.D.: Nunca Jamás.
Fdo.: Wendy y Campanilla.