Después llegará el tiempo de las quejas. No recordarás el amor en las tardes de domingo, paseando por el parque con su mano aferrada a la tuya. Te parecerá lejana aquella noche en que una dulce agonía, una muerte chiquita, un orgasmo se transmutó en vida.
Después, ahora, lo miras y te preguntas por qué en esta terraza, por qué en esta otra tarde de domingo, por qué este proyecto de ser humano decide que no es el momento de comerse el puré sino de joderte tu día libre.