La Revolución de cada día



“Cuando despertó,
el dinosaurio seguía allí”
Augusto
Monterroso. El dinosaurio
La revolución empieza hoy. Ahora mismo (o “ya merito”, si lo
prefieren) está sucediendo en el país con más personas hispanohablantes del
mundo donde se decide el futuro de un pueblo que no quiere volver al pasado y,
si me apuran, empeñado en olvidar un todavía presente que durante 6 años ha
dejado una cifra de más de 70.000 muertes sólo por el empecinamiento de un
hombre.
Hablo de México, donde están llamadas a votar 80 millones de personas;
entre ellas más de 14 millones ejercerán su derecho por primera vez.
Su derecho y su obligación de ciudadanía responsable que, a pesar de
la falta de confianza que merecen sus instituciones, sabe que la mejor manera
de hacerse oír es votando, porque como reconoce la propia PGR (Procuraduría
General de la República equivalente al Ministerio de Justicia en España) en sus
estadísticas oficiales, el 99,99% de los delitos cometidos en todo el país
quedan impunes.

México es el país de las estadísticas y de la leyes para ser
incumplidas sistemáticamente empezando por quienes las dictan y siguiendo por
quienes las padecen. Es el país de la tristemente famosa “mordida”, el impuesto
invisible que hay que pagar por y para casi todo, como la propina casi
obligatoria que hay que dejar en cualquier parte por el mero hecho de que
alguien haga lo que le corresponde.
Es el país de las contradicciones y es, sin embargo, el país donde he
querido vivir, a pesar de los pesares y todas esas estadísticas que desde
nuestra cómoda ignorancia de avestruz (en este y otros temas) típica de un país
europeo nos parecen i-nad-mi-si-bles, “con todo” y guiones, tan dados como
somos a ver pajas y dejar pasar vigas.
Propios y extrañas, chilangos, mexicanas, mexiñoles y “gachupines
(gallegos, vaya) me han preguntado el porqué de este mi amor por un país
en el que no nací y que, sin embargo, es el único que me permito sentir como
mío.
Mis respuestas han pasado por todas las fases y ha tocado todos los
palos, desde la literatura a la gastronomía, desde la historia a la
antropología, desde la política irreal al asociacionismo verdadero y efectivo.
Pero hoy, en un día tan especial, importante y trascendental para “mi” patria
voy a decantarme por dos que no están demasiado alejados, y sólo me extenderé
en el segundo:
El primero y bastante, porque México es una República. Punto. Sobran
explicaciones.
El segundo tiene mucho que ver con el asociacionismo del que hablaba
como única razón comprensible para entender cómo un país con esas deficiencias
democráticas (si eso existe en algún lugar que no sea la filosofía y la
ilusión) sigue subsistiendo y, además, con una alegría y unas ganas que por
estos lares de “primer mundo” ni soñamos.
Han pasado poco más de seis meses desde que en España hubo un cambio
(radical en la  acepción peyorativa de la
palabra) de gobierno aunque en vista de la caída en picado de libertades,
derechos y poder adquisitivo parezca que hayan pasado otros nefastos cuarenta
años.
Quiero recordar un movimiento que empezó a darse a conocer unos pocos
meses antes de las elecciones del 20N (qué paradójico: en el 75 recuperábamos
la democracia y en el 2011 comenzábamos a perderla), el tan famoso como
mentado, instrumentalizado, politizado y, finalmente, olvidado 15M,
cuyos únicos (y maravillosos) efectos secundarios han sido  grupos como StopDesahucios por parte de los
ladrones de guante blanco.
Subidos a la estela de polvo que dejó el cometa de la libertad que
venía de la primavera árabe donde se luchaba por un cambio de sistema en el que
la gente no muriera de hambre y de asco, en España un grupo sin grupo, un
movimiento quieto, acampado, una entelequia formada por todos (sólo hombres en
principio hasta que alguien, como siempre, a remolque, les recordó que la mitad
de la población es femenina) en el que no mandaba nadie: algo similar a lo que
ocurre con el gobierno del PP, aquellos acampados en Sol, estos campando a sus
anchas.
Si estamos atentos a los medios de comunicación españoles en estos
días, (hoy sin ir más lejos, cuando escribo esto, 1º del julio) habremos oído
hablar del Movimiento YoSoy132 surgido en México en medio de la campaña
electoral que culmina hoy en las urnas.
Hago un breve paréntesis para quienes no estén al tanto de la política
mexicana. Las elecciones son cada 6 años y el actual “presidente” de la
República del PAN (Partido de Acción Nacional) ganó los comicios bajo
una demanda generalizada de fraude electoral llevado a cabo por el IFE
(Instituto Federal Electoral, como nuestra Junta Electoral Central) y alguna
cadena de televisión que conocemos aquí por sus culebrones. El perderdor fue
Andrés Manuel López Obrador del PRD (Partido de la Revolución Democrática).
Nada nuevo si tenemos en cuenta que algo parecido ya sucedió en las elecciones
de 1994 en las que el también candidato de izquierdas Cuauhtémoc Cárdenas perdió frente a Ernesto Zedillo,
representante del PRI (Partido Revolucionario Institucional). En las elecciones
de 2000 el PRI perdió frente a Vicente Fox del PAN después de haberse mantenido
en el gobierno durante 70 años, lo que se ha conocido como “la dictadura
perfecta”.
Volviendo de nuestro viaje al pasado, en los comicios que
se deciden hoy, se presentan: de nuevo AMLO (López Obrador), Josefina Vázquez
Mota (la primera mujer; sí, y en México, créanlo) por el PAN y Enrique Peña
Nieto por el PRI, candidato más conocido como EPN o Pena Nieto después de su
alarde de incultura en la Feria del Libro de Guadalajara.
Las encuestas ponían a EPN en cabeza, seguido de cerca por
AMLO. En España ya sabemos lo que pasa con los puntos en la encuestas, que son
como los que quita y pone SuperNanny en función de quién las pague.
El 11 de mayo de 2011, el candidato EPN asistía a dar una
charla de adoctrinamiento en la Universidad Iberoamericana (UIA), más conocida
con “la Íbero”, institución privada que pertenece a los jesuitas, señores nada
sospechosos de comunismo. Al finalizar su (suponemos) estimulante perorata, se
le preguntó sobre una flagrante violación de los Derechos Humanos (el caso Atenco)
en el Estado de México donde es Gobernador y este justificó el uso de la
violencia de las Fuerzas del Orden, ante lo que fue increpado por un grupo de
estudiantes.
Para no hacérsela larga, como de dice por allá, se dijo
que estos jóvenes no eran ni siquiera estudiantes de la Íbero y que estaban
“entrenados” por el PRD: casi inmediatamente 131 estudiantes de la universidad
publicaron un
video en el que mostraban a cámara sus identificaciones
oficiales para desmentir el infundio y empezó a difundirse de manera masiva por
las redes sociales sumando un número más para solidarizarse con sus
reclamaciones de justicia bajo el lema YoSoy132.
Nos encontramos ante dos fenómenos creados a raíz de peticiones
de justicia por parte de jóvenes con inquietudes sociales, con la sustancial
diferencia de que el Movimiento YoSoy132 tiene nombres, caras, números, apoyos
masivos, propuestas concretas de justicia social, de regeneración democrática y
de igualdad y no se dedican a “exigir su derecho a una casa y a un trabajo” y,
sobre todo, piden que el pueblo ejerza el derecho al voto por el que miles de
personas han dado su vida, exactamente lo contrario a lo que pidió el 15M en
España: la abstención.
Yo no puedo abstenerme de dar mi opinión sobre un
movimiento que no pasó a la historia por más que quisieran compararlo hasta con
el mismísimo mayo del 68 ni dejar de dar mi apoyo (hasta que demuestren lo
contrario con sus hechos) al Movimiento YoSoy132 que, al fin y al cabo, no está
haciendo (y tampoco debería hacer) nada más que recordarle a la gente que los
movimientos de verdad se demuestran andando porque, como decía Rosa de
Luxemburgo: “Quien no se mueve no siente las cadenas”.
© Carlos de la Fé