Está en algún lugar, siempre lo he sabido, jamás lo puse en duda (tan sólo en esos cinco minutos en los que la vida se hace eterna porque la muerte golpea duro) aunque a veces me negara a creerlo.
Por eso caminé caminos sin evitar los atajos, con la sana intención de equivocarme deprisa; y encendí todos los fósforos por orinarme en la cama si era preciso o verdad. Nunca esperé a tropezar dos veces en la misma piedra: justo después del primero iba tras ella y me encargaba de patearla.
Siempre supe que todo esto tenía un por qué y de mi mano sólo estaba el procurarme el cómo y me desesperaba el cuándo y me daba igual dónde.
Y eso que hemos convenido en llamar vida para abreviar, me hizo explorar destinos precisos que llegué a amar por encima de un dibujo en un mapamundi. Ciudades de nombres exactos con callejuelas estrechas, avenidas inmensas, bulevares bohemios, terrazas al sol y plazoletas bajo la lluvia.
Tuve testigos, vigilantes, amigos, camaradas que me fueron acompañando por lugares y momentos, bellos y tristes, sucios o inolvidables.
Descubrí puntos exactos en geografías ajenas, olores intensos, penetrantes, despertadores de sensaciones y alienta sabores. Espacios delimitados en torno a un cuerpo, o un cuerpo torneado delimitando el espacio, o viceversa.
Hubo noches en soledad y otras compartidas, con lunas llenas y las estrellas como si se fueran a caer, compartiendo locuras y vino tinto a la luz de las velas. Noches en que el calor era un pretexto para saborear una piel broncínea perlada de sudor, un pecho colmado de pasión y un sexo pleno de licor.
Recuerdo días en que andaba buscando la muerte y encontraba la vida. Horas en que anhelaba el sueños y me visitaban pesadillas. Minutos perdidos, segundos suicidados.
No sé, tal vez esté en algún lugar sobre el arco iris, pero ya nunca más me preguntaré por qué yo no puedo alcanzarlo cuando sé que el tiempo es la excusa más barata que pudo inventar la distancia.
Ahora que encontré solución a la teoría de la relatividad, a la insoportable levedad del ser y me dedico a comprobar hipótesis en algún lugar, en cualquier lugar sobre tu cuerpo.