«La caja de Pandora está llena de recuerdos, y algunos parecen pequeñas venganzas o textículos amputados que nos sirvieron, o no, como ensayos de lo que estaba por venir.»
Pablo preparó café. La verdad es que las doce no parece ser la hora idónea para tomar ciertas infusiones, pero le agradaba pasar la noche ayudando a Velia a confeccionar artesanías, y de algún modo había que combatir el sueño.
Probablemente la deseaba más observando el amor que se alojaba en sus manos cuando hacía macramé que viéndola desnuda. No sabían si su relación duraría más o menos, aunque tampoco les importaba. Ella había llegado un año antes y no había dicho por cuánto tiempo se quedaría. Él tampoco había preguntado. Les interesaba el instante, y en ese instante se amaban. No había nada más que decir.